sábado, 14 de marzo de 2009

Monótona melodía, impensable cada día

Cansado, ahogado, inútil, incapacitado, sumergido en sueños del ayer sin espacio para el mañana, el oído empieza a funcionar, un ruido molesto "piiiimpiririrpiiimpim, pipipiriririiiririririii" altera mi sueño, pone en marcha mi cuerpo, los ojos responden con una mirada maliciosa hacía el autor de dicho sonido, mi mano le golpea para parar-lo y recuperar la tranquilidad... tranquilidad que durará 10 minutos más hasta que el terrible ruido vuelva a invadir mi habitación, mi cuerpo se da por vencido y decide abrigar-se, minutos después mi oído percibe otro sonido más tranquilo y agradable, la tranquilidad de la mañana con algún trino de pájaro o motores ahogados molestando por el fondo...

Cambio de tono, empiezan los cuchicheos "oye tía, lo que te perdiste ayer, no veas como bebía aquel, anda que el otro, si tía, super fuerte, ¿sabes?", un asiento en un autobús representa que volverá a sonar la madera muy piano... la sensibilidad del oído no evita escuchar algunas notas falsas, risas sin sentido simplemente por seguir una gracia inútil y quedar bien, mas cuchicheos y cotilleos, palabras necias de instrumentos con una caña seca... (açò sí que és patétic Berto) Todo en un segundo plano ante unos primeros impecables... empieza la voz a cantar como una coral... la mente actúa, piensa, cree, siente... el coral hace recapacitar cada palabra.

Vuelve a cambiar de tono, festa en Benidorm, el tema es claro para quien lo sabe apreciar, les traques y la pólvora hacen el colorido ideal, sin duda un gran tema que irá antes de la nueva tranquilidad, ahora mejor, la gente ha calentado y el oído ignora las notas falsas imitando la actuación de la mente en el acto pasado algo similar... tan bien tocado durará bastante hasta que próximamente vuelvan las notas agudas y felices, el cansancio hará mella en los actores de la obra y permitirán destacar de nuevo hipocresía, no durará demasiado ya que se aproxima el único solo de bajo que hasta hoy pudo escuchar mi oído... grave y a la vez fuerte sale por encima de toda la obra matando todo instrumento desafinado que no alcance a su potencia.

Melodía y acompañamiento fundidos en uno que no cesará por un instante, mientras la lengua sangra y la saliva ahoga el sonido llegará el momento en el que exhaustos, uno por uno, todos y cada uno de los protagonistas vayan cayendo... hasta que finalmente el bajo caiga rendido ante la falta de aliento y dolor del cuerpo...

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